palabras privadas

LA CIUDAD




Ignorábamos que la ciudad
te lame hasta dejarte exhausto,
confundido entre las luces
y el asfalto,
convertido en una mota más,
viandante sin destino,
atento a los colores de los discos
o a la mano que se tiende
demandando una moneda,
los descalzos corazones agrietados,
observando su reflejo en los cristales,
sorprendiéndose ante esa imagen
apenas ya reconocible.


Marta Uma Blanco

1 comentario:

profe dijo...

Quizás porque la ciudad en el fondo nos acaba devorando, la autora ha preferido elegir como lugar de residencia un bello pueblo costero, más tranquilo y más humano...
Un abrazo.Me ha encantado el poema.