
I
Se ha prendido la paz en mi garganta
y se me trepa rebelde por el cuello.
El grito
retumba en la noche joven,
mi grito de madre
aún no hecha,
porque nací madre
y viví callada
demasiadas lunas.
II
Un secreto curvará
las sonrisas de las madres.
Marchemos juntas,
desnudas,
entrelazadas nuestras manos,
corramos
como cuando aún éramos libres
sin miedo de nuevo,
el cabello al viento.
III
Lleguemos a los campos de batalla,
cientos,
miles,
ejército de madres
con los pechos rebosantes
de ternura.
Seamos
una gran mancha rosada
que no entiende de bandos
ni fronteras.
Borremos de sus ojos
la impotencia,
de un soplido desterremos
la locura,
que han perdido el norte,
el norte han olvidado.
Colmémosles de besos
y palabras.
Y volvamos
caminando
junto a ellos
de la mano.