Ignorábamos que la ciudad
te lame hasta dejarte exhausto,
confundido entre las luces
y el asfalto,
convertido en una mota más,
viandante sin destino,
atento a los colores de los discos
o a la mano que se tiende
demandando una moneda,
los descalzos corazones agrietados,
observando su reflejo en los cristales,
sorprendiéndose ante esa imagen
apenas ya reconocible.
te lame hasta dejarte exhausto,

confundido entre las luces
y el asfalto,
convertido en una mota más,
viandante sin destino,
atento a los colores de los discos
o a la mano que se tiende
demandando una moneda,
los descalzos corazones agrietados,
observando su reflejo en los cristales,
sorprendiéndose ante esa imagen
apenas ya reconocible.
Marta Uma Blanco
1 comentario:
Quizás porque la ciudad en el fondo nos acaba devorando, la autora ha preferido elegir como lugar de residencia un bello pueblo costero, más tranquilo y más humano...
Un abrazo.Me ha encantado el poema.
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