palabras privadas


Llaman a la puerta
¿Qué hago?
¿Qué le digo?
He oído sus pasos temblorosos,
lo he observado
a través de la mirilla.
No hago ruido.
No estoy.
Lo miro.
Es tan desagradable.
Su gesto es
el de una persona muy cansada.
Tantos años de ignorancia
lo han demonizado.
Espera con paciencia
desde el lugar donde no existe la espera.
Se ha sentado en el felpudo
y contempla la puerta
con actitud de niño rechazado.
Ahora sé que sólo quiere
que lo mire de frente,
que lo reconozca,
que lo compadezca
que huela su perfume
¡pobre Miedo Mío!
Perdóname por haberte odiado tanto.
Ven, no sufras,
te abriré la puerta
y lloraremos abrazados.

Marta Uma Blanco
Pintura: W. Waterhouse, Psique entrando en el jardín de Eros.

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