palabras privadas

EL HACEDOR DE AÑICOS

Era como el viento
pero no tenía alas:
se arrastraba pesaroso
en cada esquina,
con sus sonrisa de lobo,
y siempre me alcanzaba
con aquella mano
escurridiza y triste
recibiendo entre sus palmas mi sorpresa,
mis dudas,
su cansancio,
y lo apretaba todo entre sus dedos,
miserable,
me limaba la esperanza
y la fundía con su sangre.
Y así seguía mi camino,
apoyada en las paredes,
caminando ya sin alma ni motivo.
Víctima, sin más,
Del hacedor de añicos.
Marta Uma Blanco

1 comentario:

Son Poemas dijo...

Triste.

Lindo blog.

Saludos.

Gracias.