Te conozco.
No sé cómo te llamas,
pero miré en tus ojos
y reconocí
la mano amiga,
el calor humano del consuelo,
la complicidad de las hermanas.
Ya estuvimos juntas
hace muchos años,
juntas aprendimos el conjuro
para levantar las nieblas
que separan Ambos Mundos.
Y ahora aquí, en la ciudad,
después de tantas vidas,
volvemos a encontrarnos.
Déjame que tome entre mis manos
tu sonrisa tibia
y me abandone a la nostalgia
de otra Era
-en que fuimos Reinas,
en que sólo una palabra nuestra
era suficiente para levantar los vientos-
Déjame que sienta
este secreto,
déjame que calle
con tu silencio el mío
Pintura de Dante Gabriel Rosetti, Beloved